Este Miercoles 12 de Agosto en la noche
Un regalo para La Comedia y sus amigos.

Jazz, Brasil, musicas del mundo... Para conocer un poco más del artista y oir su música, click aquí.

Este grupo está conformado por amigos y estudiantes del cineasta y profesor Dunav Kuzmanich, un chileno que pasó 35 años en Colombia y quien falleció en agosto de 2008 en Santa Fe de Antioquia.
Durante los últimos 15 años, el profesor Kuzmanich dictó clases en la UPB, la U de A, el Politécnico y la U de M. Con su manera sencilla y acertada de compartir sus conocimientos logró que muchos de sus estudiantes se apasionaran por el mundo del cine y la narración de historias a través de una cámara.
Estaremos mostrando algunos trabajos de la muestra que se conoce como “Pantalones Cortos” y que ya fue exhibida en el Museo de Arte Moderno de Medellín. Estos trabajos forman parte de un proceso de aprendizaje académico adelantado por este grupo durante los últimos años.
en la comedia, desde las 7 pm
Pantalones Cortos
Cuarto Menguante
Director: Juan Guillermo Palacio
Duración: 4 minutos
Malditos Chinos
Director: Juan Cañola
Duración: 3 minutos
Qué Amigos los Tuyos
Director: Miguel Rivas
Duración: 17 minutos
No Falta el Hijueputa
Director: Darío González
Duración: 24 minutos
¿Quien?
Director: Jairo Valencia
Duración: 1 minuto
Pide un Deseo
Directora: Daniela Giraldo
Duración: 3 minutos
A Imagen y Semejanza
Director: Juan Carlos Orrego
Duración: 25 minutos
Ilusión Óptica
Director: Juan Guillermo Palacio
Duración: 1 minuto
Director: Javier Mejía
Duración: 1’30’’ minutos
Cine club de los jueves
"Bolívar Soy Yo"
de Jorge Alí Triana |
Por Oswaldo Osorio
Como Hamlet, Santiago Miranda, el actor de una telenovela
sobre Bolívar, se da cuenta de que algo está podrido, no en Dinamarca, sino en Colombia y en esa telenovela tonta que le domina la vida y en la gente, desde su novia hasta el presidente de la República. Incluso él mismo está podrido… y perdido, lúcidamente confundido con esas vidas paralelas que le está tocando interpretar, la de Bolívar y la de Santiago, cuál más azarosa.
Jorge Alí Triana en esta película recrea un universo con su lógica propia, un universo cinematográfico que hace referencia a otro concreto: Colombia y su caótica y absurda realidad. A partir de este universo llamado Bolívar soy yo (2002) comenta el de todos nosotros, lo critica, lo parodia y hasta insinúa algunas posibles salidas, aunque termina por cubrirlo con un manto de luctuoso pesimismo. Desde el inicio del filme plantea esa lógica y las reglas de juego que gobernarán su universo. El código de su relato nos lo da a conocer con esa primera secuencia, que casi mata del susto a algunos historiadores, ésa en la que van a fusilar a Bolívar, aunque luego Santiago no lo permite.
La principal regla que se da a conocer en esta secuencia dice que es posible pasar de la ficción de un relato televisivo a la realidad de un actor y un país, como la Alicia de Carroll, pero que en lugar de un espejo se trata de una pantalla. Más adelante, cuando Santiago se deja el vestuario de la telenovela para ir donde su madre y luego a emborracharse, y cuando todos le dicen “mi general” y él les responde, se trata de la enunciación de una nueva regla que, igualmente, permite el libre tránsito en cualquier sentido de un estado de lucidez a uno de locura en este actor-personaje.
El arte siempre se ha valido de distintos recursos para referirse metafórica o alegóricamente a la realidad, porque de hacerlo de manera directa se perdería su valor artístico y sus posibilidades líricas y expresivas, su belleza, quedando sólo la propaganda y el proselitismo o, en el mejor de los casos, un tratado frío, objetivo y racional. Por eso, los recursos utilizados por Triana en este filme para hablar de la demencia que se apoderó de este país desde hace tanto tiempo, son precisamente esa posibilidad de confrontar la realidad con la ficción y la lucidez con la locura. Pero además de confrontarlas las confunde, les marca imprecisos límites que dejan al descubierto la contundente lucidez de la locura o lo artificial e inverosímil de la realidad.
Es cierto también que estos límites borrosos y el constante ir venir de una frontera a otra dejan ver algunas fisuras, sobre todo en la verosimilitud y en la lógica dramática, pero son tan leves que no alcanza a dañar el sentido general del relato y la solidez y coherencia de ese universo recreado por el director. Además, la presencia del actor Robinson Díaz, sobre quien recae toda la fuerza dramática del relato, cubre esas fisuras con sus convincentes cambios de registro y llevando así de la mano tanto a su doble personaje como a la película e imponiéndose sobre los demás personajes que, aún así, cumplen con eficacia su papel (con excepción de Fanny Mickey, que no se convence de que el cine no es su fuerte). Incluso Amparo Grisales deja su rango de vedette para cumplir un modesto rol, aunque sin dejar de imponer su presencia.
Bolívar, símbolo y esperanza
Independientemente de que esta historia haya sido inspirada por un actor colombiano que protagonizó una serie televisiva sobre el libertador (dirigida por el mismo Triana hace veinte años), el personaje de Simón Bolívar no pudo ser más apropiado para hablar de este país y su malograda historia, y de todos esos ideales propios de ese hombre que trató de hacer borrón y cuenta nueva en un continente, pero que luego, al menos en este país, fueron olvidados o deformados tras prácticamente doscientos años de guerra civil.
Y es que el personaje de Bolívar tiene muchas connotaciones: esos viejos ideales, ese nuevo país que todos quieren construir o esa historia que no ha podido absolvernos; además es también un símbolo, de una gloria nacional más idealizada que merecida, de ese líder que siempre nos ha faltado y de la libertad (aunque los historiadores dicen que lo de aquella época no fue una liberación sino un cambio de dueños). Ni hablar de su asociación inmediata con palabras tan vacías y manoseadas en Colombia como patria, nación o justicia. Por todo esto, Bolívar para los colombianos todavía significa mucho, a pesar de que ya no sobrevive su imagen en ningún billete ni moneda. De ahí que en la película de Jorge Alí Triana lo vemos como depositario de toda esa esperanza de un pueblo sin tierra ni pan, de un pueblo desesperado, pero tanto, que se conforma con un remedo mediático, con un pobre actor confundido y agrandado. Incluso el presidente mismo, que con el oportunismo característico del poder y la política trata de sacar provecho de ese símbolo, en el fondo también está movido por la esperanza y el idealismo. De igual manera, los medios quieren sacar tajada del símbolo, explotándolo y manipulándolo, aunque son los únicos que no abrigan esa esperanza, porque la mezquindad e inmoralidad el raiting no se los permite.
Sobre Colombia y un actor
Cuando Jorge Alí Triana dice que Bolívar soy yo no es una película sobre un actor que se vuelve loco sino sobre un país que está loco, lo que está haciendo es enfatizar su principal interés al escribir y dirigir este filme, que no es otro que el caos y la confusión de Colombia, su desgobierno y el fuego cruzado al que estamos expuestos todos los que vivimos en esta barca de locos. Ya ese caos y ese fuego cruzado lo había tratado, con más arrojo que fortuna, en su anterior película, Edipo alcalde (1996); como también había tratado en su opera prima, Tiempo de morir (1985), lo que en esencia parece ser la causa de todos nuestros males: la intolerancia, la violencia y ese odio congénito que hace parte de un pavoroso gran porcentaje de colombianos.
Pero el interés de Triana también está en la figura del actor, específicamente de ése que está siendo víctima de este loco país, de las circunstancias y de su propio idealismo y debilidad, porque se tiene también que tener un poco de ambas cosas: debilidad para sucumbir ante el pandemónium nacional y creerse un personaje histórico-televisivo, e idealismo por pensar que con ese rol que le usurpó al delirio de todos y al suyo propio, podía solucionar lo que todavía nadie ha podido siquiera definir.
Pero Hamlet Santiago Bolívar sabe que él no está loco ni delirante (aunque a veces duda de ello, lo cual lo hace todavía más lúcido), sino que ve con claridad cómo el país que lo acusa de loco delira más que él, tanto cuando juega a ser Bolívar como cuando habla como el mortal Santiago. Y es que parte de la estrategia de su “gesta libertadora” es hacerles el juego a esos que le dicen libertador y a todos aquellos que lo ven como ese símbolo que perdieron hace dos siglos. “Haciéndose el loco” se vuelve amigo el presidente, lo invitan a cumbres bolivarianas, tiene la atención de los medios y encarna ese símbolo en el que creen tanto los de la orilla izquierda del río como los de la derecha. Lo que no sabemos es dónde termina la actuación y comienza el desvarío, pero justamente nos encontramos de nuevo con esa frontera borrosa de que hablaba antes y que en buena medida es donde se origina la contundencia de este relato y sus significaciones.
Junio 14 Domingo 8:00 PM
Julio Aparicio
Junio 15 Lunes 7:30 PM
Cine a Destiempo
Película:
El Club de los Poetas Muertos
Presentación Olga Lucía Echeverri.
Experta en coordinación con talleres de lectura y de creación literaria. Gestión en apoyo, promoción y divulgación de eventos culturales organizados por el Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia. Experiencia en docencia y en el desempeño de maestra de ceremonias y moderadora de distintos simposios y seminarios que realiza el mismo Instituto de Filosofía, anteriormente citado. Realizadora y presentadora radial de los programas: “Hablemos de Filosofía” en la emisora cultural Universidad de Antioquia FM 101.9 y en “Los trabajos y los días” en la emisora cultural Radio 100.4 FM.
Las habilidades y experiencias adquiridas le han dado un enfoque creativo en relación a la motivación que puede llevarse a cabo en tareas que involucren el amor a los libros y a las distintas disciplinas literarias.
Periodista Cultural en emisoras culturales de la Universidad de Antioquia y de la Universidad Nacional – Sede Medellín. También moderadora de simposios y seminarios en temas de filosofía y literatura. Coordinadora de talleres de creación literaria en las Bibliotecas de Comfenalco La Playa y Parque Biblioteca Belén y Comfenalco Rionegro.
El Club de los Poetas Muertos
Título original: Dead Poets Society
Año de producción: 1989
Nacionalidad: USA
Director: Peter Weir
Productor: Steven Haft, Paul Junger Witt y Tony Thomas
Reparto: Robin Williams, Robert Sean Leonard, Ethan Hawke, Josh Charles, Gale Hansen, Dylan Kussman, Allelon Ruggiero, James Waterston, Norman Lloyd, Kurtwood Smith, Carla Belver, Leon Pownall, George Martin, Joe Aufiery, Matt Carey, Kevin Cooney
Duración: 124 minutos
Color
Ficha técnica
Corea del Sur - 2003
Título original: Oldboy
Dirección: Park Chan-Wook
Productora: Show East
Productor: Seung-yong Lim
Guionista: Jo-yun Hwang y Chun-hyeong Lim
Fotografía: Jeong-hun Jeong
Dirección artística: Seong-hie Ryu
Montaje: Sang-Beom Kim
Música: Yeong-wook Jo
Ganador del Gran Premio del Jurado en la 57ª edición del Festival de Cannes, este filme coreano mezcla el thriller, el romance y una estética violenta. Se estrena en España el 28 de enero.
Mientras Dae-su intenta aclarar qué le ha pasado, se queda horrorizado al oír en las noticias que su esposa ha sido brutalmente asesinada. La policía explica que Dae-su es el principal sospechoso ya que se ha encontrado sangre suya en el lugar del crimen.
El tiempo pasa y decide escribir todo lo que ha hecho en su vida que haya podido causar dolor a otros. Mientras escribe, murmura: “He hecho daño a demasiadas personas. Seguro que el hombre que ha matado a mi mujer y me tiene aquí es una de ellas”. Poco a poco, Dae-su se acostumbra a la penumbra de su celda y hace ejercicios físicos y mentales. Jura que se vengará del hombre que ha destruido su felicidad.
Un día, alguien vaporiza la habitación con gas y Dae-su se desmaya. Cuando vuelve en sí, está libre. Le han dejado un teléfono móvil y una cartera llena de dinero. Recibe la llamada de un extraño, que le dice que ahora le toca descubrir el por qué de su encarcelamiento. Un pasado olvidado le revelará el secreto.
Al igual que en su película anterior, "Compasión por el Sr. Venganza", parece imprimir cierta fatalidad a sus obras.
Sí, es verdad. Podríamos hablar del destino sin más, pero creo que la palabra "destino" tiene un significado mucho más amplio, más cercano al de un sistema o estructura social. No me gusta la idea que nuestra sociedad actual inculque a sus miembros que cualquiera es capaz de resolver cualquier cosa a través del esfuerzo y de la capacidad. Yo creo que lo imposible es imposible.
Tomemos mi caso, por ejemplo. Mi primera película fue un absoluto desastre; fue milagroso que tuviera la oportunidad de hacer otra. Más tarde, tuve la posibilidad de rodar “Zona conjunta de seguridad” a pesar de que estuve a punto de tener que abandonar la cinematografía. Fue el destino, pero nos dicen que si nos esforzamos lo suficiente, nuestros deseos se harán realidad. A mí me parece absurdo.
¿Por eso hay un "ser absoluto" que controla el destino de sus personajes en todas sus películas?
En "Old Boy", ese papel recae principalmente en Yoo Ji-tae. En el guión había una escena en la que Lee Woo-jin (Yoo Ji-tae) pide a un hipnotizador que cuide de todo después de su muerte. Si no hubiéramos quitado esa escena, el público habría sentido con más fuerza el papel de ser absoluto de este personaje. Al igual que en "Compasión por el Sr. Venganza", los personajes creen que todo depende de su voluntad, pero acabamos descubriendo que algo inevitable lo controla todo y que no existen las coincidencias.
La primera escena es impresionante. ¿Hay alguna razón por la que empezó la película así?
Quería que la película empezase justo en la mitad del momento más dramático de la historia. Por ejemplo, podía empezar en medio de una escena de sexo o de una lucha. La escena de apertura es una de las pocas escenas favoritas que tengo de mis películas. El actor Oh Gwang-rok, el suicida, me ayudó mucho a la hora de crear la escena. Es muy libre de espíritu y aporta algo especial.
¿Por qué escogió nuevamente el tema de la venganza para "Old Boy" después de haberlo hecho en su anterior película?
Desde los mitos más antiguos a las historias más modernas, la venganza es el tema más popular de los escritores. Me intriga. Es algo que todos llevamos en el corazón, pero también es un tabú difícil de materializar. Si la venganza en "Compasión por el Sr. Venganza" es algo malo que tiene consecuencias fatales, en "Old Boy" casi podría decirse que es buena para la salud mental.
Desde afuera, la confrontación entre dos hombres y el círculo vicioso de la venganza puede parecer muy similar en ambas películas, pero son totalmente diferentes. El filme anterior deja entender que la venganza es mala, mientras que éste insiste en que podría ser buena. Pero añadiré que la venganza es un tema secundario en "Old Boy", el principal gira en torno a la salvación.
"Old Boy" (2003)
"Compasión por el Sr. Venganza" (2001)
"Zona conjunta de seguridad" (2000)
"Juicio" (cortometraje, 1999)
"Trío" (1997)
"La luna es... el sueño del sol" (1992)